En nuestro viaje por Aragón para conocer a los socios y socias del Colegio Profesional de Ortopédicos de Aragón, toca hacer una primera parada en Huesca, donde se encuentra una de las sedes de la ortopedia Axis, ubicada en el 38 de la avenida de Martínez de Velasco. Allí nos reciben Ana Nisarre y su hija, María Bruis Madinabeitia, quien encarna la segunda generación de técnicos ortopédicos de su familia.
Los orígenes de esta ortopedia familiar se remontan a 1985, hace casi cuatro décadas, de la mano de su padre, Francisco Madinabeitia. “Entró como trabajador un año antes y a los meses la cogió por traspaso”, rememora Nisarre. Se casaron en 1988 y juntos comenzaron a construir los cimientos de Axis -cuyo nombre hace referencia a la segunda vértebra de la columna vertebral-, eso sí, en la calle Felipe Coscolla, su sede original. “En 1995 compramos este local, ubicado cerca del hospital San Jorge”, rememora.
Hoy, casi 40 años después, Nisarre asegura que es “todo un regalo haber llegado hasta aquí tal y como están las cosas”. Axis es un negocio familiar, pequeño pero matón, que da trabajo a cinco personas entre la tienda y el taller.
Aparte de la tienda, en la que encontramos todo tipo de productos ortopédicos, y varias salas de consulta; destaca -como siempre- la joya de la corona: el taller. Aquí se realizan de manera constante trabajos de reparación y fabricación a medida, todo de manera artesanal. Eso sí, sin dejar de lado las innovaciones de un sector cada vez más tecnológico. Porque no, no está peleado. “Lo artesano no es incompatible con las nuevas tecnologías. Se trata de hacer uso de los avances, y mejorarlo con un acabado manual insustituible”, explica María Bruis.
Fue precisamente ella, una de las dos hijas del matrimonio oscense, quien optó por seguir los pasos de la familia, formándose en Técnicas Ortopédicas en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Asegura que siente auténtica vocación por lo que hace. “El nuestro es un trabajo tremendamente invisible, pero capaz de cambiar la vida de muchas personas. Es un trabajo invisible con resultados incalculables. Las ortopedias damos soluciones”, reivindica.
A la cabeza le viene el ejemplo de una paciente de avanzada edad que vive en un pueblo y que tiene la habitación en la primera planta y el baño en la planta baja. “Le preparamos una silla con orinal para que pudiera permanecer en su casa, y le alegramos la vida”, reconoce. Pequeños gestos capaces de cambiarle la vida a algunas personas.
También fabrican, adaptan y reparan prótesis, venden productos de linfología o flebología y alquilan material técnico, como andadores. “La mayor parte de nuestra clientela es la de toda la vida, vemos pasar familias enteras, de generación en generación”, asevera. En su opinión, valoran el trabajo bien hecho y la calidad, pero también el trato familiar. “Al final les acompañamos en etapas complicadas. Y eso no se olvida. Algunas veces que pasan por Huesca entran de nuevo solo para saludar”, asegura, emocionada.
Y eso que a lo largo de estos años han visto pacientes de todo tipo, muchos más jóvenes de lo que, a menudo, cree la mayoría. “Tenemos bebés con plagiocefalia, pacientes neurológicos, jóvenes con ataques cerebrovasculares (ACV), o adolescentes con tumores óseos. No solo afecta a las personas mayores”, añade.
“No vendemos cosas, mejoramos vidas”
Y es que Bruis ha vivido desde dentro los secretos que se cuecen en un taller ortopédico desde que era niña. “Yo me he criado viendo esto”, asevera. Y eso la ha dotado de un carácter muy claro. “Lo que me enganchó de la ortopedia es el servicio que damos al usuario. Nosotros no vendemos cosas, mejoramos vidas. Y eso no tiene precio”, reivindica. Porque en sus propias palabras, el trabajo de un técnico ortopédico es hacer la vida más fácil de la gente que lo necesita. “Al final, buscamos soluciones y les damos alternativas”, explica.
Y es que, el de ortopédico, es un trabajo muy vocacional. “Si no te gusta, no vas a poder desarrollarlo. Yo me siento muy orgullosa de lo que sé y de lo que aprendo cada día. Y siento que tenemos muchas posibilidades de hacer grandes cosas”, concluye la joven.