Ortovital: Mejorar la vida de las personas no tiene precio

Ubicada en el número 25 del Paseo de Calanda encontramos esta ortopedia regentada por Pilar Sánchez y su hijo David Benito.

Iniciamos la sección 'Ortopédicos de Aragón: Cara a cara' con esta primera entrega de una serie de reportajes cuyo objetivo no es otro que poner cara a nuestros colegiados y en valor nuestra querida profesión, visibilizando el trabajo técnico, adaptado y casi artesano de este trabajo.

Comenzamos con Ortovital, en el barrio de Las Delicias, y la historia de Pilar Sánchez y su hijo David Benito, quienes regentan este negocio familiar y, sobre todo, muy vocacional. “Para nosotros lo más importante, a parte de hacer bien nuestro trabajo, es dar un buen servicio. Nos gusta que la gente se sienta como en casa y logre irse feliz”, reivindica ella.

A sus 62 años, y tras una vida dedicada al mundo sanitario a través de gestión de una farmacia en el barrio de Las Delicias y de una residencia de ancianos en el centro, San Miguel; en el año 2000 la zaragozana Pilar Sánchez decidió abrir esta ortopedia en el número 20 de la calle Graus. “He estado toda mi vida relacionada con el mundo de la salud y, la ortopedia, la había tocado mucho al trabajar con personas mayores”, admite. En plena pandemia, en 2020,  se mudaban al número 25 del Paseo de Calanda, donde se encuentran hoy en día.

Y aunque reconoce que el cambio de vida fue “muy fuerte”, también asegura que no lo cambiaría por nada del mundo. “Este es un oficio para el que hay que valer. Cuando dejas a un paciente bien atendido sientes algo indescriptible. Ver a un niño que, de repente, ve que puede valerse por sí mismo gracias a ti. No tiene precio”, admite, emocionada.

El hecho de que su hijo, David Benito (37), decidiera estudiar para ser Técnico Ortopédico fue el empujón definitivo para lanzarse a la aventura del emprendimiento. El equipo lo completan Inmaculada Lafuente y Antonio Vadorrey. “Hacemos ortopedia a medida y nos tomamos muy en serio estar al día de todas las novedades. Trabajamos todos los ámbitos, desde geriatría, a medias de compresión por linfedema, también tocamos mucho el tema de niños con parálisis cerebral”, especifica.

Una serie de aplicaciones que suponen un gran reto en su trabajo diario. “En este sector no hay margen de error. Hay que ser muy profesional y consecuente porque no todo vale. Para nosotros, la postventa y el seguimiento del paciente son fundamentales”, admite. ¿Por qué? Porque hay que cuidar al cliente, y porque “solucionar un problema de este tipo no tiene precio”.

Una profesión desconocida, que enamora

“Aportamos bienestar, soluciones y alegría. Está claro que nos podemos equivocar, pero si podemos, lo solucionamos”, concluye Sánchez. La zaragozana ve en su hijo, David, el futuro de la ortopedia. En su caso, decidió con 18 años que quería elegir esta vía. “Al venir de una familia dedicada a la rama sanitaria, sabía que acabaría haciendo algo de esto”, afirma. Tras formarse en Barcelona, decidió regresar a casa.

Y aunque reconoce que no es la típica profesión que eligen los niños en el colegio cuando les preguntan qué van a ser de mayores, asegura que “cuando la vas conociendo y ves la repercusión que tiene en la mejora de la vida de las personas, te enamora”, advierte.

Además, lejos de tratarse de una profesión arcaica para la mayoría de la ciudadanía, David asegura que los avances y la evolución son “impresionantes”. “Hoy contamos con herramientas como los escáneres y las impresoras 3D y programas que nos facilitan mucho la vida”, admite. Algo que, sin embargo, no ha hecho que se pierda esa parte más entrañable, artesana y tradicional del taller de una ortopedia, por el que parece que el tiempo decidió no pasar.

“Para mí es una profesión moderna y divertida, que ofrece casi siempre resultados muy satisfactorios. Al fin y al cabo, trabajamos por la calidad de vida de las personas. Y eso es una maravilla”, explica, mientras termina la puesta en marcha de una silla de ruedas infantil de color rosa chicle.

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