El Colegio Profesional de Ortopédicos de Aragón también con las víctimas de la guerra de Ucrania

El pasado mes de julio, la ministra de Defensa, Margarita Robles; acudía al Hospital General Militar de Zaragoza para comprobar la evolución de los heridos en la guerra de Ucrania que continúan allí ingresados. Muchos de ellos han requerido de prótesis, labor en la que han participado varios profesionales aragoneses, entre ellos el Centro Ortopédico Enrique Huertos, ubicado en la capital aragonesa.

Durante la jornada, que tuvo lugar el pasado 8 de julio, Robles se interesó por los combatientes llegados de Ucrania a la capital aragonesa, en concreto 17 ingresados con heridas graves y complejas y siete con tratamiento externo. “Quiero poner de relieve la solidaridad de España y en este caso concreto de todo Aragón y Zaragoza”, remarcaba la ministra recordando que estas personas están sufriendo las consecuencias terribles de la guerra en Ucrania.

Algunos de los ingresados presentaban lesiones traumatológicas con diversas amputaciones que requerían de prótesis, así como lesiones oftalmológicas y maxilofaciales, que necesitaban de la colaboración de especialistas de diversas disciplinas tanto del Hospital General de la Defensa como del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. “En todo momento, la ministra se interesó por nuestra labor y trabajo”, asegura Enrique Huertos, gerente de uno de los centros ortopédicos que ha participado en esta labor y secretario del Colegio Profesional de Ortopédicos de Aragón.

“Nuestro papel ha sido el propio de nuestra profesión; valorar las posibilidades de protetización para cada caso y, tras la prescripción del médico rehabilitador; fabricar las prótesis adecuadas”, explica Huertos, que destaca la labor y el esfuerzo del personal del Servicio de Rehabilitación del Hospital Militar desde que dio comienzo esta complicada situación.

El objetivo, como siempre en estos casos, no es otro que tratar de mejorar la calidad de vida de los usuarios y restablecer en lo posible funciones con la ayuda de las prótesis. “Para nosotros ha sido una experiencia muy positiva. Por una parte, teníamos presión para acortar los plazos de ejecución para que el equipo rehabilitador del hospital pudiera continuar su trabajo, por otra; la barrera con el idioma nos ha exigido la presencia de un intérprete”, relata el profesional.

Sin embargo, a pesar de las dificultades, asegura que todo ha merecido la pena: “Sobre todo poder ayudar y tratar con personas que arrastran una situación tan dramática y comprobar su admirable actitud cortés y colaboradora”.